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Síndrome de fatiga crónica
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Síndrome de fatiga crónica

Se han empleado diversos términos para aludir a un síndrome de fatigabilidad fácil asociado con síntomas somáticos leves o debilitantes. Este síndrome fue descrito de un modo formal por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en 1988 como un síndrome de fatiga crónica debido a que el síntoma principal y constante es un profundo cansancio, que se puede acompañar de otros síntomas físicos y de un deterioro funcional prolongado. Este síndrome no es una enfermedad nueva ni el resultado del reconocimiento actual de enfermedades clínicas que antes pasaban desapercibidas y tampoco se debe a un microorganismo concreto, aunque en el diagnóstico diferencial se incluyen muchos procesos infecciosos y no infecciosos.
Revisado por el Equipo Editorial de Craftología

Paso a Paso

Paso 1
Paso 1
Patogenia

Se desconoce la causa del síndrome de fatiga crónica. No se dispone de datos que confirmen la hipótesis de una infección por un virus conocido o nuevo como causa principal de los síntomas de este síndrome. Algunos pacientes relacionan la aparición de sus síntomas con antecedentes de una infección tipo viral, como la gripe.

En muchos casos, los síntomas clínicos de depresión, como agotamiento, falta de energía e interés e incapacidad para concentrarse, surgen o se agravan por la debilidad asociada a menudo a la convalecencia de una enfermedad infecciosa sistémica, lo que determina un cansancio incapacitante.

La mitad de los pacientes adultos y adolescentes cumplen criterios de trastornos psiquiátricos comórbidos, sobre todo, ansiedad y depresión. La personalidad puede desempeñar un papel especial en la predisposición, precipitación o perpetuación de la fatiga crónica.

Varios estudios sobre la convalecencia tras una infección sistémica aguda indican que la recuperación sintomática depende en gran medida del estado emocional y la actitud del sujeto. Los pacientes con propensión a sucumbir ante la enfermedad suelen responder a la infección aguda con más agotamiento y síntomas depresivos que aquéllos sin esta vulnerabilidad.
Paso 2
Paso 2
Manifestaciones clínicas

Los síntomas del síndrome de fatiga crónica son variados y pueden oscilar en gravedad desde leves a debilitantes. Aunque la percepción del síntoma principal (cansancio) es subjetiva y varía sin duda de un paciente a otro, nunca se debe considerar que se trate de una molestia menor.

El síndrome se caracteriza por numerosos síntomas somáticos, que duran desde un mínimo de 6 meses a varios años y se asocian con una alteración significativa del rendimiento (inferior al 50% de la normalidad) laboral o escolar, las actividades de la vida diaria, la tolerancia al ejercicio o las relaciones interpersonales. El cansancio se suele manifestar con lasitud, agotamiento profundo, debilidad, intolerancia al esfuerzo con fatigabilidad fácil, somnolencia diurna importante y malestar general. No se suelen producir alteraciones del sueño nocturno, que no es distinto del de las personas sanas.

La fatiga crónica se acompaña en el 50-90% de los casos de mialgias (dolor de músculos) y febrícula (hipertermia). La cefalea (dolor de cabeza) y la odinofagia (dolor de garganta al tragar) también son frecuentes. En el 30-60% de las ocasiones se han descrito otra serie de síntomas físicos: palpitaciones, visión borrosa, náuseas, vértigo, sequedad ocular y de boca, diarrea, tos, sudores nocturnos entre otros. No es habitual que alguno de estos síntomas sea más destacado que el propio cansancio o el malestar, lo que obliga a realizar estudios adicionales en caso de ser así.
Paso 3
Paso 3
Tratamiento

El desarrollo de un tratamiento definitivo de este síndrome espera la identificación de las causas de los síntomas. No se recomiendan tratamientos farmacológicos específicos. No se dispone de datos que indiquen una mejoría de los síntomas o una curación del síndrome de fatiga crónica con suplementos de vitaminas o dietéticos.

El tratamiento debe centrarse en el apoyo emocional de los pacientes y sus familias, el alivio de los síntomas y la reducción al mínimo de las pruebas diagnósticas o tratamientos innecesarios que sólo causan confusión. Entre estas medidas posibles destaca la recuperación del patrón de sueño normal, la rehabilitación (incluido ejercicio para evitar el agotamiento) y el optimismo. Las intervenciones psiquiátricas y psicológicas forman parte del tratamiento cuando exista una enfermedad psiquiátrica coexistente.
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