Cómo salvar una suculenta ahogada

Ahogar una suculenta es una de las razones más comunes por las cuales una planta muere. Y es que, muchas veces no se tiene total conocimiento en cuanto a cantidades y frecuecia en el riego. Porque recordemos que las suculentas son plantas muy delicadas e incluso, dependiendo la especie, requieren hasta macetas diferentes. Pero, tenemos una buena noticia: si la suculenta se ahogó, existe una forma de salvarla pero deberás actuar casi inmediatamente. Te damos un sencillo paso a paso de cómo salvar una suculenta podrida por exceso de agua.

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Paso a Paso

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Paso 1
Lo primero que tienes que hacer es identificar si toda la planta está podrida. Esto lo sabrás porque el tallo o algunas hojas comenzarán a ponerse color marrón o en ciertas zonas se verá de un tono transparente, porque tiene agua dentro. Incluso podria sentirse como si apretaras un globo y si aprietas demasiado, el agua saldrá o se verá como gelatina.
Paso 2
Si tu planta está en esa etapa, pero todavía tiene alguna parte del tallo en buen estado, puedes salvarla. Sin embargo, tardará un poco y deberás tener paciencia y mucho cuidado. Para este momento hay que cortar todo aquello que esté podrido y dejar únicamente el tallo en buen estado. En caso de que las suculentas ahogadas estén en una maceta con otras plantas, deberás sacarlas todas, porque posiblemente la tierra ya esté en mal estado, por lo que no podrás volver a usarla.
Paso 3
Cuando te asegures de que la suculenta ahogada está totalmente libre de hojas marchitas para antes de trasplantar, colócala en una maceta con tierra nueva. Sin embargo, deberá ser una maceta de barro para que absorba el exceso de humedad. Además de eso, agrega un poco de carbón al fondo, después llena la maceta hasta la mitad y de preferencia con sustrato especial para suculentas. En caso de que lo consigas, puedes agregar un poco de enraizante o en todo caso azufre en polvo para evitar pudrición.
Paso 4
Por último, deja que la tierra abrace por completo el tallo y es importante que no riegues al menos dos semanas. Después de ese tiempo, riega con mucha cautela y de preferencia con un atomizador para controlar mejor.